TEMAS DE DEBATE: EL REGRESO A LOS MERCADOS FINANCIEROS
¿Conviene volver a endeudarse?
Atajos peligrosos
Las políticas transformadoras que, de 2003 a la fecha, permiten vislumbrar un amanecer soleado luego de décadas de tormenta neoliberal, son fruto tanto de un liderazgo político con vocación de cambio como de una rasgadura en las telarañas del poder financiero internacional. El estallido de la convertibilidad con sus dramáticas consecuencias socioeconómicas terminó con el poder intimidatorio de los financistas por la simple razón de que lo peor ya había sucedido. La cesación de pagos de la deuda junto a la brutal caída de las importaciones que acompañó el derrumbe de la actividad económica, permitieron utilizar el ingreso de dólares por la cuenta comercial para estabilizar el mercado cambiario sin necesidad de recurrir al financiamiento externo.
De ahí en más, la renegociación y quita sobre la deuda junto a una buena dinámica exportadora permitieron sostener una acumulación de reservas con desendeudamiento externo que fue la base sobre la que se construyó la nueva política. Sin esa conquista de independencia económica frente al poder de los mercados, no se podría haber virado hacia una cierta protección a la industria luego de décadas de aperturismo, la creación de empleo y fortalecimiento de la capacidad negociadora de los trabajadores en lugar de flexibilizaciones y tasas de desempleo de dos dígitos, la ampliación e incrementos en las asignaciones y jubilaciones en lugar de ajustes y saqueos de fondos jubilatorios por las AFJP, una apuesta a la unidad latinoamericana que refuerce nuestra soberanía en lugar de las relaciones carnales que derivaban en un nuevo estatuto del coloniaje llamado ALCA.
La independencia económica frente al poder de los mercados fue la base sobre la que se sustentó la política que reconstruyó gran parte del tejido social dañado por años de exclusión neoliberal. Son esas transformaciones las que permitieron pasar en 8 años del “que se vayan todos” al 54 por ciento de continuidad de un proyecto político con una creciente participación de la juventud. Preservar esa independencia es la única garantía de que la profundización del modelo se traduzca en la resolución de las deudas sociales que aún restan saldar, permitiendo consolidar una renovación generacional de la política. Es por ello que vale la pena resaltar los desafíos que enfrenta la economía nacional, así como alertar sobre los peligros de ciertos atajos de la política económica.
La autonomía financiera de nuestra economía se ve desafiada por elementos coyunturales y estructurales. Dentro de los primeros pueden señalarse las corridas cambiarias alentadas por ciertos sectores del establishment, apoyándose sobre delicados equilibrios de precios, costos y niveles del cambio. La combinación de controles cambiarios, alzas de tasas y leves depreciaciones parecen ser suficientes para despejar el panorama, al menos por el momento. Respecto de las cuestiones estructurales que no se solucionan con la varita mágica de una devaluación –como parecen creer ciertos analistas–, pueden señalarse los grandes agujeros de nuestra matriz productiva y la extranjerización empresarial.
Estas cuestiones estructurales generan límites a las políticas de expansión keynesianas, donde el círculo virtuoso de mayor consumo, inversión, empleo y producción se ve perforado tanto por las importaciones de insumos, maquinarias y bienes de consumo que acarrea, como por la remisión de ganancias al exterior por parte de las multinacionales que se ven beneficiadas por la expansión de sus ventas. Por esos grifos, la expansión económica genera una fuerte demanda de dólares que a nuestras ventas externas les es cada vez más difícil compensar.
Ante esta disyuntiva, hay quienes piensan en el atajo de volver a los mercados financieros internacionales. Ello permitiría refinanciar algunos vencimientos de deudas, y conseguir dólares frescos que permitan despejar la idea de una corrida cambiaria con el pretexto de financiar obras de infraestructura o políticas sociales (para las cuales podría recurrirse al financiamiento interno). Si bien estas medidas pueden justificarse en cierta coyuntura externa difícil, no pueden hacer olvidar los dilemas estructurales ya señalados. De lo contrario sólo se patearía el problema hacia adelante, con el peligro de despertar una mañana atrapados nuevamente en la telaraña imperial.
* CNE Arturo Jauretche y Cemop-Madres Plaza de Mayo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-183160-2011-12-12.html
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